¿EVOLUCIONAMOS?
Durante miles de años, muchos filósofos creyeron que la vida tenía que haber sido creada por un ser sobrenatural o Dios, pero Darwin puso de manifiesto también que las especies presentes en nuestro planeta, fueron evolucionando lentamente durante miles de millones de años a partir de un ancestro común. A este proceso Darwin lo llamó “selección natural”, y todo comenzó en un viaje que Darwin realizó a las Islas Galápagos en 1831…
Charles Darwin tenía sólo veinte años entonces, y hasta treinta años después no publicaría una de las ideas más importantes de la historia de la ciencia. Gracias al trabajo que Darwin realizó en estas islas, se pudieron descubrir muchas cosas asombrosas e importantísimas para nuestra vida. Para ello, una de las primeras cosas que Darwin se cuestionó fue cómo tantas plantas y animales diferentes podían haber llegado hasta aquel lugar.
Las corrientes de los mares, que cambian periódicamente, permitieron que muchas plantas y especies diferentes llegasen hasta allí, algunas como los leones y los lobos marinos o los pingüinos, que pudieron nadar gracias a ellas. ¡Incluso unas tortugas gigantes se encontró Darwin en su expedición! Una vez en las islas, las distintas especies se establecieron y determinaron sus territorios, y entonces se produjo la evolución dando como resultado muchas especies únicas.
Pero, ¿Por qué habían llegado algunas y otras no, o no todas habían sobrevivido? A esta respuesta es a lo que Charles Darwin denominó selección natural, y se produce cuando los más fuertes sobreviven y se propagan, aumentando así la fuerza de la especie.
El proceso de aquellas evoluciones en las Islas Galápagos probablemente habría comenzado con especies emigrantes de los continentes y, a medida que se dispersaron por las diferentes islas, se formaron nuevas poblaciones provocando cada vez mayores diferencias con respecto a sus ancestros.
Darwin, gracias a todo este trabajo de campo, demostró que los individuos que mejor se adaptan a su entorno son los que se quedan y transmiten sus rasgos a la descendencia, convirtiéndose con el paso de mucho tiempo en especies con muchas variantes a las primigenias, o incluso casi diferentes. Por ejemplo, los reptiles se transformaron en aves y los simios se transformaron en humanos, por lo que somos muy distintos a nuestros antepasados hoy en día, ¿no crees?
A los rasgos que son heredables los denominamos genes, y al conjunto completo de genes que tenemos “genotipo”. Por su parte, los rasgos que forman parte de la estructura y del comportamiento de un organismo se denominan “fenotipo” y evolucionan a partir de la interacción entre el genotipo y el entorno. Por ejemplo, cuando en verano te pones moreno, esto se debe a la interacción que se ha producido entre la luz solar y el genotipo de tu organismo, y esta es la razón por la que tu bronceado no se transmitiría a la siguiente generación.
En la selección natural, la naturaleza es la medida contra la que sobreviven los rasgos individuales y, al existir cosas como la competencia o la limitación de los recursos, solo puede sobrevivir el que sea más apto.
¿Repasamos con un vídeo? !Vamos allá!
Y después de esto, todos haremos un pequeño resumen de lo que hemos visto hoy, acompañada de un dibujo que os resulte significativo.
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